Con la excusa del reparto hispano-francés de Portugal, acordado en el tratado de Fontainebleau, las tropas francesas iniciaron a comienzos de 1808 la ocupación militar de España.

En la noche del 17 al 18 de marzo de 1808 el Motín de Aranjuez acaba con el gobierno de Godoy y el reinado de Carlos IV que abdica en su hijo Fernando VII.

Tras el 2 de mayo madrileño, la llegada de los primeros regimientos franceses de camino hacía Andalucía provocó una inmensa reacción popular del pueblo castellano-manchego que acusaban a las autoridades provinciales y locales de inoperancia y colaboracionismo.

El poder pasa a las Juntas de Defensa que se forman por eclesiásticos, profesiones liberales, campesinos y algunos miembros de la clase dirigente del Antiguo Régimen. Las Juntas pasan a ser la expresión de la participación política del pueblo.

La mayoría de estas Juntas se constituyen entre los últimos días de mayo y primeros de junio, cuando el ejército francés de Dupont avanzaba hacía Andalucía a través del Camino Real. Las Juntas más importantes se crearon en las capitales de provincia. En la provincia de La Mancha se constituyeron, a parte de la de Ciudad Real, las de Almagro y Villanueva de los Infantes. El gobierno de estas Juntas fue conflictivo debido a que cada una de ellas quería gobernar de manera independiente.

El principal papel que tenían estas Juntas era la de alistar soldados voluntarios, el suministro de armas, alimentos y dinero. Además de servir de apoyo al sostenimiento de las guerrillas e incluso la propaganda ideológica con publicaciones como La Gazeta de la Junta Superior de La Mancha.  En definitiva, las Juntas fueron un apoyo al Ejército español.

La contienda de Valdepeñas.

En mayo de 1808, el General Dupont ordena instalar un parque de Intendencia en Santa Cruz de Mudela, al sur de Valdepeñas. El sarcedote Don Juan Antonio León Vezares, conocido como el Cura «Calao», alarma a la población de Valdepeñas del peligro de ocupación y se organiza una Junta de Defensa, compuesta por diez vecinos. El 5 de junio el pueblo de Santa Cruz de Mudela se alza en armas y ataca al contingente francés, dando muerte a multitud de soldados. Muchos logran huir hacia el norte, dirección Valdepeñas. Llegando a Valdepeñas de noche, el pueblo y la Junta de Defensa les impiden el paso y deben continuar campo a través hasta Manzanares, donde se unen a la tropa del General Roize. Ante lo sucedido, Roize hace llamar a tropas del General Ligier-Belair, que tenía la guarnición en Madridejos a 500 dragones. Las tropas de ambos generales y el convoy de Santa Cruz acordaron unificarse en el cerro de las Aguzaderas, a 2 km. al norte de Valdepeñas.

La Junta de Defensa de Valdepeñas solicita a Pedro Alesón, comandante de una patrulla de reclutamiento del Ejército Español, que se encontraba reclutando en la villa a hombres, que se una a la defensa. Este, ante el peligro, escapa de la villa con muchos de los hombres útiles y toda su tropa. También se solicitó ayuda a todas las ciudades y villas cercanas.

Al amanecer del 6 de junio, La Junta de Defensa dispuso ocultar a mujeres, niños y enfermos en las bodegas, y mandó armar a todos los hombres que quedaban con sus útiles de labranza. Por otro lado, ante la falta de hombres suficientes, las mujeres formaron un grupo de defensa, tomando las ventanas, armadas con útiles de cocina y agua hirviendo.

El Cura «Calao» y el contrabandista se entrevistaron en el cerro con el General Ligier-Belair, que se negó a rodear la villa y mostró su intención de cruzarla por su calle principal por ser ésta el Camino Real o Carretera a Andalucía. Ante la disconformidad de la diplomacia, el pueblo parapetó las calles con carros y cuerdas y enterró clavos en la tierra para dañar las caballerías.

Las tropas francesas contaban con 500 cazadores, 250 dragones y 60 infantes al mando del capitán Bouzat; los 300 que han sobrevivido al alzamiento de Santa Cruz de Mudela y los convalecientes. A las 8 y media de la mañana empieza la marcha francesa hasta la entrada de la villa, a toque de tambor y corneta. Valdepeñas, por su parte, hace sonar todas sus campanas. Al entrar los soldados, comienza el levantamiento y la lucha en la calle principal.

Destaca aquí la figura de Juana «La Galana», que luchó en la entrada de la villa cuerpo a cuerpo y armada con una porra. Esta mujer de 20 años fue proclamada posteriormente heroína local. También destacó en la lucha Francisco Abad Moreno «Chaleco», que tras perder a su madre y a su hermano en la contienda, organizó una guerrilla que llegó a tener hasta 400 hombres. Posteriormente fue nombrado Brigadier y Comandante.

De este primer ataque solo pudo escapar un niño educando de la banda de cornetas y pífanos franceses, que alertó al General Ligier-Belair de lo sucedido.

Ligier-Belair ordena entrar en la villa a la caballería. El pueblo vuelve a atacar desde la calle, tejados y ventanas. El final vuelve a ser el mismo, por lo que el General francés manda entrar por las calles laterales e incendiar casa por casa todo el pueblo. Otro pelotón se situaría a las entradas del pueblo para fusilar a todo el que saliera de él huyendo del fuego. La lucha continúa, muriendo muchos quemados y otros fusilados. En total fueron incendiadas 500 casas del norte y del flanco oeste de la villa.

Ante la imposibilidad de cruzar la villa por el Camino Real y de someter al pueblo, el General Ligier-Belair ordena a su teniente Maurice de Tascher adentrarse en la villa escoltado por dos apresados por la parte este, hasta el Ayuntamiento. Ya en la Plaza, fue disparado, pero logró entrar y entrevistarse con el Alcalde, que se había escondido en un pozo. Se acordó la paz: las tropas no cruzarían la villa y a cambio el pueblo suministraría víveres para un día. Se izó una bandera blanca en el campanario de la Iglesia principal. Al día siguiente, los franceses pudieron entrar desarmados a recoger sus cadáveres. El incendio no cesó de candear en tres días, por lo que los entierros españoles se hicieron en pleno campo pasado este tiempo.

Con la derrota del Ejército español en la batalla de Ocaña (18-19 de noviembre de 1809) se produce la invasión francesa en la región y el paso franco hacía Andalucía.

Las zonas que pasaron a ser controladas por los franceses fueron gobernadas por dos autoridades, una militar en manos de los franceses y otra civil por españoles afrancesados. Los afrancesados fueron políticos ilustrados que intentaron continuar la labor reformista de José I. El gobierno afrancesado de la provincia de La Mancha cayó en manos de los abogados Florentino Sarachaga y Antonio de Porras. Éste último presentó en 1797 el proyecto de creación de la Sociedad Económica de Amigos del País de Ciudad Real.

Los afrancesados colaboraron con los franceses, no por traición a su patria, sino por la defensa de un proyecto político propio. Los afrancesados fueron, tras el triunfo absolutista de 1814, represaliados sufriendo desde depuraciones hasta el exilio.

La Masonería en nuestra región estuvo representada por tres logias: Santa Josefina de los Amigos Reunidos (1809) formado por militares franceses en Talavera de la Reina; la constituida en Almagro en 1810; la formada en Manzanares, capital francesa de la provincia.

Las guerrillas con Juan Martín, El Empecinado, que desde Guadalajara y con un verdadero ejército puso en jaque en muchas ocasiones a las tropas francesas.

Las posiciones francesas comenzaron a debilitarse sensiblemente a partir de 1812 por la retirada masiva de tropas para su envío a Rusia. El 25 de julio de 1812 la Junta Superior de La Mancha juraba solemnemente la Constitución en Villanueva de los Infantes. Hasta 1814, la región vive un corto periodo de gobierno liberal, por lo que no pudo completarse las realizaciones legislativas de las Cortes de Cádiz.